Agridulce

Hoy fue uno de esos días extraños en los que las preocupaciones y los agradables improvistos se combinaron para dejarme un agridulce sabor de boca.

Hacer lo que te gusta en contra de hacer lo necesario, ese fue el dilema predominante de este día. Parece nimiedad, pero no. Es complejo.

Y bueno, al final mi conclusión fue que quizás estos día híbridos, fruto de las frustaciones reprimidas y el egocentrismo banal, son lo más cerca que nosotros los tercermundistas podemos estar de la plenitud.

En fin, creo que no debería tener nadie de menos el poder de reanimación anímica que se produce al leer un buen poema, tomar un café a las 4 o simplemente sentarte a contemplar cómo el mundo gira, desenfadado e indifente. A mi, en lo personal, la combinación de estos tres hizo mi día más placentero; digamos, le dio sabor.

El agridulce no es tan malo, si lo pensás bien.

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